Tener conocimiento sobre todo lo que nos rodea,
siempre ha sido una obsesión del género humano. Por alguna extraña razón, sentimos
la necesidad de comprenderlo todo. Nos sentimos indefensos ante todo aquello
que se escapa a nuestra comprensión y que no puede ser demostrado con hechos. Y
hay muchos temas, para los que nadie ha sido capaz aún de encontrar una
respuesta convincente, al menos que yo sepa.
Por ejemplo, quién no se ha preguntado alguna vez,
qué hay después de la muerte. Hasta donde yo llego, el más allá no se puede ver
desde el más acá. Se intuye que es un sitio un poco oscuro y es necesario estar
allá para verlo, pero claro, es un viaje sólo de ida y nadie vuelve de allí,
quiero decir de allá. No estaría de más que alguien que se muera instalara allá
una bombilla, o que se llevara una cámara consigo y nos la enviara a portes
debidos desde el más allá, a los que estamos en el más acá. O mejor dicho, a
portes pagados, salvo que el más allá sea como el más acá, es decir,
materialista, si no, mejor que nos ahorre un dinerito a los del más acá. ¿Algún
voluntario?...lo suponía, ¡panda de cobardes!
Hay quien, según los médicos, ha estado
clínicamente muerto y afirma haber visto una luz intensa. Pero ¿podemos
creerle? Esa gente no puede demostrar de ninguna manera, que dicha luz, no fuera
el foco que le pusieron encima de su cabeza cuando estaba tendido en una
camilla, y que vislumbró fugazmente en su estado de ¿semiinconsciencia? Y
además cómo va a saber él que estaba completamente muerto. Quizás sólo estaba
muerto en su mayoría y ese estado confundió a los médicos, que se fiaron de sus
aparatitos y no se dieron cuenta, de que el paciente abría y cerraba los ojos
levemente, porque es muy diferente estar completamente muerto y estar muerto en
su mayoría.
Quien tiene fe, encuentra en ella el optimismo
necesario para creer que su alma se liberará, y que va a pasar a mejor vida en
un lugar paradisíaco, en el que se entretendrá volando con un par de alas que
le saldrán en su espalda. Pero quien no tiene esa fe, espera tras su muerte la
oscuridad total, y encontrarse bajo el mando de un esqueleto armado con guadaña
lleno de maldad, que secuestrará su alma para satisfacer su ego.
Quizás ya haya alguien en el más allá, que nos
está gritando todo lo que ha visto sin que nadie pueda escucharle… Pero, hasta
que llegue el día en que alguien pueda volver del más allá y demostrarlo, sólo
podremos elucubrar con hipótesis, a cual
más rocambolesca, y esperar con inquietud a que nos toque ir para el más allá.
Lo que sí es seguro, es que la muerte nos alcanza a todos, aunque nos haya dado
una vida de ventaja. Pensar que podemos escapar de ella, es tan iluso como
creer que algún chino sea capaz de hacer una tortilla sin dejar de reírse.
Mi único deseo, es que, cuando yo me muera, no
esté allí para verlo. Espero estar lo más lejos posible, porque soy muy
sensible y lo paso mal cuando veo cosas así. No me gustaría llegar al más allá
traumatizado…