Capítulo 4. El Condón.
A estas alturas y en los tiempos que corren, todo el mundo
sabe lo que es un condón.
Y no sólo eso, si no que además, es algo que prácticamente
todo el mundo ha usado alguna vez, así que no voy a perder el tiempo en
intentar explicar lo que es… ni mucho menos cómo se debe utilizar. Para eso
están los prospectos, así que léalo si es que aún no tiene experiencia en el
tema. Pero sí puedo abrirle los ojos acerca de la procedencia de su
denominación, o lo que es lo mismo, porqué demonios se le llamó Condón a dicho
artilugio.
Dicha palabreja, proviene de un pequeño pueblo de Inglaterra
(no me pregunten el nombre porque no
tengo ni la más remota idea). Una lugareña de aquel pueblo, fue madre de un hijo
como tantas otras madres, no es que fuera una madre especial, pero sí lo fue su
hijo, y a medida que éste iba creciendo, su madre se percató de que era un niño
un tanto excepcional. Y no por un motivo concreto, si no que en general, era
excepcional.
Y ella le decía a todo el mundo, que su hijo tenía un don.
No sabía cuál, pero tenía un don. Y los demás lugareños del pueblo, empezaron a
llamar a su hijo “el con don”, porque era un niño con don. Y nadie sabía cual
era ese don, pero por no llevarle la contraria a su madre, reconocían el don
momentáneamente.
Y dicho don, permaneció oculto a la percepción de todo el
mundo, incluido el propio niño, hasta que prácticamente llegó a la mayoría de
edad. Y su don empezó poco a poco a descubrirse. Más bien quiénes fueron descubriéndolo,
fueron las lugareñas del pueblo, que por alguna extraña razón, se trasladaban
las unas a las otras, lo bien que se lo pasaban con “el con don”, vamos, que en
el arte de follar, efectivamente el chico tenía un don, y éste, empezó a frecuentar con
relativa frecuencia un pajar y otro también. Con pajas y sin ellas.
Su padre, que rápidamente se enteró de la fama del hijo y de
su don, más que nada, porque algunas lugareñas, le despreciaron y echaron en
cara que no tenía nada que hacer en comparación con su hijo “el con don”,
decidió apartarlo de circulación, para preservar su reputación. Y también la de
su hijo, por supuesto.
El acto de preservar a su hijo, tuvo como consecuencia
inmediata, que a él, al padre, le empezaran a llamar “el preservativo”. Las
lugareñas, por supuesto. Los lugareños no tenían ni pajolera idea de lo que
pasaba en sus pajares, ni primero con “el preservativo”, ni después con “el con
don”, ni después otra vez con “el preservativo”.
El caso es que, ninguna de aquellas lugareñas cayó nunca
embarazada. Resultó ser, según se supo después, que tanto el hijo como el padre
eran estériles, el uno de nacimiento, y el otro por una patada de su yegua en
los genitales hacía ya algunos años. Por ese motivo, todas las lugareñas del pueblo, y posteriormente
de todo el mundo, sabían que si follaban con “el con don” y/o con “el
preservativo”… no corrían el riesgo de caer embarazadas.
Podría contaros más cosas sobre el origen del condón, pero
para eso… ya está la Wikipedia.