17 de diciembre de 2013

Hacer tiempo.

Hacer tiempo…

Es una expresión que utilizamos con relativa frecuencia en nuestra jerga habitual. Y no sólo eso, si no que además, se nos suele dar bastante bien “hacer tiempo”, sin que sea necesario tener una cierta habilidad para llevarlo a cabo.

Pero… ¿qué hay de cierto en ello? Porque hasta donde mi enorme ignorancia alcanza, a día de hoy, no creo que sea posible fabricar tiempo, y sin embargo, somos capaces de afirmarlo con total conocimiento de causa, como si fuéramos unos auténticos expertos fabricando tiempo y creáramos minutos como el que fríe churros, a ritmo de minuto por minuto…

Y además, tiene gracia que “hacer tiempo”, o lo que sea que nosotros entendamos por “hacer tiempo”, sea una de las pocas cosas, que podemos hacer mientras hacemos… cualquier otra cosa. Es decir, hacer dos cosas a la vez. Si es usted hombre, claro. Si usted es mujer, hacer tiempo será algo que podrá hacer mientras hace otras dos cosas a la vez… por lo menos.

Si nos paramos a pensarlo, normalmente acostumbramos a decir frases como, por poner sólo un ejemplo: “podemos hacer tiempo tomando un café” ó “podemos disfrutar un rato sexualmente mientras… hacemos tiempo”. Y esa es otra característica común que habitualmente rodea al acto de “hacer tiempo”: que es una actividad bastante satisfactoria, independientemente de que se consiga fabricar más o menos minutos. Eso lo dejaremos para la estadística dependiendo del “aguante” que tenga cada uno haciendo tiempo. A algunos les sobrará tiempo y a otros les faltará, pero… qué quiere que le diga, si a usted le falta tiempo… haber hecho más tiempo.

Pero sin embargo, lo más curioso es que, la mayoría de las veces, por no decir todas, hacemos tiempo… perdiendo el tiempo, por lo que no es de extrañar… que nos quedemos sin tiempo. Y por el contrario, paradójicamente, si no hacemos tiempo y nos dedicamos a lo que nos tenemos que dedicar… nos sobrará el tiempo, para después poder perderlo a nuestro antojo, lo hayamos hecho o no.


En definitiva, mejor no pensar en el tiempo… porque acabará lloviendo.





6 de diciembre de 2013

Al amparo de...

Hoy no voy a trabajar.

Me quedo en la cama porque me ampara la Constitución. Y a usted también, no se crea que yo soy especial. Aunque es posible y sólo posible,  que usted no sea como yo, de constitución horizontal, y usted llegue a levantarse de la cama en algún momento del día. Si es así, le deseo suerte.

Pero como ya he dicho, hoy más que nunca, nos ampara la Constitución para pasar el día a nuestro libre albedrío, y como tal, voy a ejercer mis derechos constitucionales permaneciendo en la cama, con alguien que me hace subir la temperatura hasta hacerme sudar, que me hace temblar con su mera presencia, y que nubla mi mente cuando se acuesta conmigo… la gripe.

Porque sí, tener la gripe también está amparado por la Constitución, y no sólo hoy, si no que puede tenerla cuando usted quiera. Es posible que nuestra Constitución cojee por varios sitios, pero en ese sentido, es bastante firme y tener la gripe, está bajo su Amparo, sobre su Consuelo y al lado de sus Remedios…

Y aunque yo no quisiera ejercer mi derecho constitucional a tener la gripe, ésta, la gripe, también tiene sus derechos constitucionales, y está amparada por la Constitución para instalarse en las entrañas de todo aquel que se le ponga entre ceja y ceja, vulnerando con ello, nuestro derecho constitucional de no pasar el día con ella.

Sí, ya lo sé. Ya sé lo que está usted pensando, “una mierda de Constitución”. Pero mientras que, aquellos que pueden, no la cambien, tanto usted como yo, tendremos que seguir sufriendo todo tipo de penurias que, para nuestra desgracia, están amparadas por la Constitución.

La verdadera desgracia, es que, a diferencia de la gripe, otras penurias amparadas por la Constitución, no se pueden remediar, ni con una aspirina, ni con la mejor de las farmacéuticas a nuestra disposición.

Y a nuestra amada Constitución, no la cambian… porque les ampara la Constitución.





Pd.: Nuevo mes, nueva chica del mes… porque me ampara la Constitución. 


21 de noviembre de 2013

Premio

La mundialmente famosa bloguera, además de guapa y maja como ella sola, y conocida por todos bajo el pseudónimo “Doctora”, a quien podéis leer pinchando aquí y aquí, ha tenido a bien concederme el premio, distinción o como quieran llamarlo “Liebster award”, sin ni siquiera haber hecho nada para merecerlo, cuestión por la que le estoy enormemente agradecido. En estos tiempos que corren, es de agradecer que se acuerden de uno. Muchas gracias Doctora.




Y como es de bien nacidos ser agradecidos, no se me ocurre mejor manera de agradecerlo, que respondiendo a las preguntas que tan graciosamente me ha planteado. Ahí va:


  Si tuvieras que cambiarle el nombre a tu blog, ¿cuál le pondrías?  Le titularía “El Mundo de Arsy”, sin ningún género de dudas. Aunque dudaría en el género.

  Conoces a tu pareja ideal, te enamoras y el sentimiento es mutuo, pero de pronto un día te dice que en su opinión, todos los que escriben blogs, son unos gilipollas, ¿qué haces?  Le diría, con toda delicadeza y sentimiento, “Cariño… soy un tremendo gilipollas…”.

 Entre no volver a escribir un blog nunca o no volver a tener sexo oral nunca, ¿qué elegirías?  Cuando sepa a ciencia cierta lo que es el sexo oral… te responderé la pregunta.

  A partir del mes que viene, la única forma de escribir un blog es pagar una mensualidad, ¿cuánto es el máximo que estarías dispuesto a pagar?  Lo que mi maltrecha economía me permita, es decir, nada.

Aparece un nuevo comentarista en tu blog, parece muy majo y educado, pero acaba todos sus comentarios diciendo:  “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley”. ¿Qué haces?  Le preguntaría que a qué España, a qué Rey y a qué orden y ley se refiere… Porque hay tantas variantes que según cuál de ellas fueran incluso hasta me atrevería a darle la mano.

 Si tu blog empezase a hablarte, ¿irías al psiquiatra o lo aceptarías como a un amigo más?  Mi blog ya es mi mejor amigo, y por supuesto me habla desde hace años. De hecho, la mayoría de las ideas para los post son suyas…

  Se planta en tu casa un inspector de Hacienda y te pregunta si tienes un blog, ¿le dices la verdad o lo niegas para quitarte de líos?  ¿Un inspector de Hacienda? ¿Dónde? ¿Dónde?... Debéis saber que los inspectores de Hacienda son unas bellísimas personas, y además… yo nunca he escrito un blog que me ofrezca rendimientos que declarar, ni declararlos inocentes, ni mucho menos culpables…

 Descubres que tu bloguero favorito es en realidad Ana Botella, ¿qué haces?  Quedo con ella para tomar un “relaxing cup of café con leche” en cualquier sitio, no hace falta que sea la plaza mayor, y si en realidad es Ana Botella… que pague ella.

 Si te pagasen 20.000 Euros ¿te tatuarías el símbolo de Blogger en el cuello? En el cuello y en cualquier otra parte del cuerpo que me exigieran. Con los tiempos que corren no se le puede decir que no al dinero. 

 De pronto un día se te aparece la Virgen María, te mira fijamente, te dice “Tu blog es una mierda, colega” y desaparece sin más. ¿Qué haces?  La sigo hasta alcanzarla y la hago la prueba del pañuelo para tener una exclusiva… No me fío de las habladurías. 

 Crees que en la blogosfera hay demasiados blogs que hablan sobre…   Creo que en la blogosfera hay demasiados blogs y, sobre todo, que la mayoría decimos lo mismo con diferentes palabras. A partir de ahí… a disfrutarlo que es gratis.


Y eso es todo. Como sé de buena tinta que no a todo el mundo le gustan este tipo de juegos, no quiero comprometer a nadie, así que, con su permiso, me salto el último paso y dejo en vuestras manos que, quien quiera, responda a las mismas preguntas y se lleve el premio a su casa.




8 de octubre de 2013

Wiskypedia.

Capítulo 4. El Condón.

A estas alturas y en los tiempos que corren, todo el mundo sabe lo que es un condón.

Y no sólo eso, si no que además, es algo que prácticamente todo el mundo ha usado alguna vez, así que no voy a perder el tiempo en intentar explicar lo que es… ni mucho menos cómo se debe utilizar. Para eso están los prospectos, así que léalo si es que aún no tiene experiencia en el tema. Pero sí puedo abrirle los ojos acerca de la procedencia de su denominación, o lo que es lo mismo, porqué demonios se le llamó Condón a dicho artilugio.

Dicha palabreja, proviene de un pequeño pueblo de Inglaterra  (no me pregunten el nombre porque no tengo ni la más remota idea). Una lugareña de aquel pueblo, fue madre de un hijo como tantas otras madres, no es que fuera una madre especial, pero sí lo fue su hijo, y a medida que éste iba creciendo, su madre se percató de que era un niño un tanto excepcional. Y no por un motivo concreto, si no que en general, era excepcional.

Y ella le decía a todo el mundo, que su hijo tenía un don. No sabía cuál, pero tenía un don. Y los demás lugareños del pueblo, empezaron a llamar a su hijo “el con don”, porque era un niño con don. Y nadie sabía cual era ese don, pero por no llevarle la contraria a su madre, reconocían el don momentáneamente.

Y dicho don, permaneció oculto a la percepción de todo el mundo, incluido el propio niño, hasta que prácticamente llegó a la mayoría de edad. Y su don empezó poco a poco a descubrirse. Más bien quiénes fueron descubriéndolo, fueron las lugareñas del pueblo, que por alguna extraña razón, se trasladaban las unas a las otras, lo bien que se lo pasaban con “el con don”, vamos, que en el arte de follar, efectivamente el chico tenía un don, y éste, empezó a frecuentar con relativa frecuencia un pajar y otro también. Con pajas y sin ellas.

Su padre, que rápidamente se enteró de la fama del hijo y de su don, más que nada, porque algunas lugareñas, le despreciaron y echaron en cara que no tenía nada que hacer en comparación con su hijo “el con don”, decidió apartarlo de circulación, para preservar su reputación. Y también la de su hijo, por supuesto.

El acto de preservar a su hijo, tuvo como consecuencia inmediata, que a él, al padre, le empezaran a llamar “el preservativo”. Las lugareñas, por supuesto. Los lugareños no tenían ni pajolera idea de lo que pasaba en sus pajares, ni primero con “el preservativo”, ni después con “el con don”, ni después otra vez con “el preservativo”.

El caso es que, ninguna de aquellas lugareñas cayó nunca embarazada. Resultó ser, según se supo después, que tanto el hijo como el padre eran estériles, el uno de nacimiento, y el otro por una patada de su yegua en los genitales hacía ya algunos años. Por ese motivo, todas las lugareñas del pueblo, y posteriormente de todo el mundo, sabían que si follaban con “el con don” y/o con “el preservativo”… no corrían el riesgo de caer embarazadas.


Podría contaros más cosas sobre el origen del condón, pero para eso… ya está la Wikipedia.



1 de octubre de 2013

Pesado.

Como todos los años por estas fechas, voy a ponerme pesado.

Lo sé, ponerse pesado es una mala costumbre, y además, es de pesados. Pero voy a hacerlo, voy a ponerme pesado quiero decir, porque tengo derecho a ello y porque me ampara la constitución. Lo dice el artículo… vamos, un artículo, en uno de sus párrafos de manera bastante explícita: “Cualquier ciudadano, sea o no español, mientras resida en suelo español, y siempre que lo crea conveniente, podrá ponerse todo lo pesado que quiera, siempre y cuando el ejercer el derecho a ponerse pesado, no suponga ni acarree daños morales o físicos a todo aquel que sea objeto de la pesadez del pesado”.

Así de clara es la constitución española, y con tales premisas, me reitero y vuelvo a ser pesado en mi intención de ser pesado, como todos los años por estas fechas. ¿Y qué tienen estas fechas de especial, para que yo tenga la mala costumbre de ponerme pesado?...  Mire en la parte superior de la columna de la derecha de este mismo blog, y ahí tendrá la respuesta a tan audaz pregunta.

Sí. Otro año más, vuelven los premios Bitácoras, por si no se había enterado aún, cosa que dudo, porque aunque no se lo crea, hay muchos más blogueros que también tienen la mala costumbre de ponerse pesados. Y si lo hacen, es porque, al igual que a mi, también les ampara la constitución.

Pero claro, los demás les pedirán que les voten a ellos, no les van a pedir que me voten a mí. Eso ya lo hago yo, que para eso soy un pesado. Ahora bien, si les piden que me voten a mi, háganles caso, que, aunque sean pesados, saben muy bien lo que dicen. Así que, si les gusta este blog, vótenme. Y si no les gusta, o les parezco pesado, cosa que no me extrañaría en absoluto, no me voten. Voten a otro que si les guste, aunque les parezca pesado.

¿Qué cómo se vota? Para los nuevos en estas lides, y para aquellos a quienes se les ha olvidado como se votaba el año pasado, sólo tienen que pinchar en el logotipo que ha visto antes en la parte superior de la columna derecha, les aparecerá la página de Bitácoras.com, la cual, les pedirá que se validen en el sistema mediante su cuenta en Bitácoras. Si no tiene cuenta en Bitácoras, no se preocupe, porque también puede hacerlo mediante su cuenta de Facebook o mediante su cuenta de Twitter. Si tiene las tres, podrá votar tres veces, como tres usuarios distintos. Tras validarse en el sistema, les aparecerá una página con las diferentes categorías en las que se puede votar. En la categoría de Humor, verá que aparece ya impresionada la dirección url de éste blog. Usted no tiene que añadir nada si no quiere, pero verá que cada categoría tiene espacio para especificar cinco blogs diferentes. Añada los que quiera y después vaya a la parte inferior de la página y vote, clicando en el botón que pone “Votar”.

Es así de sencillo, y si no vota es porque no le da la gana… o porque le parezco un pesado.



Pd.: Nuevo mes… nueva chica del mes.

Pd.2:   VÓTEME!!!!!  Por caridad… o por pesado, como quiera.




19 de septiembre de 2013

Divagando... o desvariando.

Divagar es una buena costumbre. Sobre todo si se llega a una conclusión, porque así habrá servido para algo.

Pero cuando se divaga sin llegar a una conclusión, se convierte en una mala costumbre. Y yo tengo la mala costumbre de divagar, por eso, porque nunca llego a una conclusión que me aclare un poco el tema en cuestión. Y además soy reincidente, porque hoy, he vuelto a divagar inútilmente.

¿El tema?... La alimentación. El continuo bombardeo mediático, instándonos a adoptar unos hábitos alimenticios sanos, ha congregado en mi mente, una serie de certezas totalmente contradictorias entre sí. Digo “certezas”, porque todas ellas son tan ciertas como que hay día y noche, no se crea que digo “certezas” en un alarde de sapiencia intelectual sublime, seguramente usted también podrá corroborar que lo que llamo “certezas” son ciertamente “certezas”… 

Divaguemos un poco. Ya veremos después, según el resultado, si haber divagado ha sido una buena o mala costumbre.

Siempre nos han aconsejado, comer sano para mantener la línea, haciendo de los vegetales y verduras el estandarte para mantener una buena línea, evitando ingerir demasiada carne y productos grasos. Eso es un consejo. Una certeza, sin embargo más que evidente, es que, todos los animales que conozco, que basan su dieta alimenticia en los vegetales, como por ejemplo, el elefante, el hipopótamo, el rinoceronte, la vaca… son gordos. Y aún diría más: son extremadamente gordos. En cambio, casi todos los carnívoros que conozco, que reniegan de los vegetales tanto como de la muerte, como los leones, guepardos, tigres, hienas, perros… son incluso delgados.

Podríamos pensar, seguramente de forma acertada, que lo importante para mantenerse sano, no es la dieta, si no los hábitos de vida que lleva cada uno, y el dicho ese de que una buena barriga no se hace con acelgas, queda en entredicho. ¿Qué provoca entonces que un elefante, que no come nada más que hierbajos, tenga un volumen tan desmedido? Posiblemente tenga algo que ver, el hecho de que para comer sólo tenga que dar pasitos… por que tanto árboles como arbustos aún no han aprendido a correr. En cambio, los carnívoros para trincar a sus presas, en ocasiones tienen que hacer un gran esfuerzo. Y también tienen que hacer un gran esfuerzo para comérselas, por supuesto. El ejercicio es, por lo tanto, la clave.

¿Se cree que hemos llegado entonces a una conclusión?... Ni por asomo, no se me relaje, porque estamos muy lejos aún de llegar a una conclusión válida.

Porque esta teoría, más o menos válida, podría resolver el enigma dentro del reino animal salvaje (quiero decir, de los animales salvajes, no que usted sea un salvaje, que aunque es posible que lo sea, no me refiero a usted, no me sea susceptible), pero en ningún caso es válida para la especie humana, por mucho que también seamos animales (sí, en algunos casos también unos salvajes). Porque los humanos, en líneas generales, llevamos unos hábitos de vida similares y todos, al cabo del día, hemos hecho más o menos los mismos esfuerzos físicos. Los esfuerzos mentales son poco menos que imposibles de demostrar, así que los dejaremos de lado.

Todos trabajamos, más o menos el mismo número de horas, hacemos las mismas comidas y, sin embargo, la diferente composición en forma de ingredientes de dichas comidas, no guarda ninguna relación con la apariencia física de los comensales. Entre los vegetarianos, hay gente delgada y gente gorda, y lo mismo podemos decir de los fervientes carnívoros, aunque es cierto que hay más gente delgada entre los vegetarianos y a la inversa, más gente gorda entre los carnívoros.

Ahora es cuando nos damos cuenta de que divagar es una mala costumbre, pero… a pesar de todo seguimos divagando, para caer en la cuenta de que, el mismo alimento, por ejemplo una lechuga, es ingerido de diferente manera por un animal salvaje, que por un humano, sea o no salvaje. Mientras que el animal se la come a palo seco, y le engorda, el hombre se la come mezclada con aceite y vinagre… y por lo general adelgaza. Otro ejemplo: el león se come un chuletón de buey, a palo seco y aliñado con sangre… y mantiene la línea, mientras que el hombre se lo come cocinado con aceite y, por lo general, engorda. ¡Maldito aceite!...


Con todas estas certezas dentro de mi mente, continuaré divagando. A veces, divagando podemos llegar a una conclusión definitiva. Esperemos que la próxima vez tenga más éxito…




16 de septiembre de 2013

Animalitos.

Capítulo 12. El Ornitorrinco.


Podría empezar este capítulo de la misma manera que los anteriores, es decir, diciendo “El Ornitorrinco es una especie…, bla bla bla…”. Sí, podría. Pero estaría totalmente equivocado, porque, en realidad, el Ornitorrinco no es una especie animal, si no que es una poli-especie de animal.

Porque hasta donde todos sabemos, y si no para eso está la Wikipedia, el Ornitorrinco está formado con diferentes trozos de diferentes animales. Al menos en su aspecto exterior, podemos ver que tiene pico de pato, cola de castor, manos y pies de nutria, y cuerpo de vaya usted a saber qué animal, porque seguro que tampoco es suyo. Su aspecto interior sigue siendo un misterio para el ciudadano de a pié. Y seguramente, para quien vaya en coche también lo sea…

Yo no quiero ser mal pensado, pero a diferencia de los científicos, que sostienen que el Ornitorrinco es un producto de la evolución, yo sólo puedo imaginarme, que es el producto de una noche de desenfreno, en la que se vieron envueltos un pato, una nutria, un castor y vaya usted a saber que más especies se juntaron esa noche. Posiblemente también participara un pez, ya que el Ornitorrinco es un animal semiacuatico, aunque sinceramente, de ser así, no veo de qué forma pudo llegar el pez a colaborar en la orgía.

Y seguramente, y por una lógica aplastante, la hembra receptora, fuera una pata, o sea, un pato hembra, no que uno de ellos engendrara en una de sus patas, porque el Ornitorrinco, a día de hoy, pone huevos, y eso es algo que ni las nutrias ni los castores pueden hacer. Al menos si se encuentran en perfecto estado de salud. Por lo tanto, el esperma provenía de la nutria, del castor, o de vaya usted a saber qué otro animal que aportó su tronco. Quiero decir, que aportó su cuerpo sin extremidades, no que su tronco fuera obligatoriamente el miembro que obró el milagro penetrando a la hembra, aunque es cierto que podría haberlo sido.

Tal escándalo en forma de orgía, no es de extrañar que sucediera en el lugar más escondido posible, donde dichos animales buscaran para tan obsceno acto una total intimidad, donde nadie pudiera escandalizarse. Sí, allá, precisamente en el culo del mundo, en el sur de Australia se perpetró la bacanal de zoofilia interracial… y allí se quedó el producto, siendo abandonado por sus creadores, sin atreverse a salir al mundo exterior a consecuencia de la vergüenza que su procedencia le producía. Y también, porque el día que finalmente se atrevió a salir de allí, no supo qué responder cuando le preguntaron “y tú… ¿qué animal eres?”…


Podría contaros muchas más cosas sobre el Ornitorrinco, pero eso… que lo hagan los de National Geographic… 



10 de septiembre de 2013

Hombres, Mujeres... y compañía. III

No. No me había olvidado de ello.

Como puede entender, intento espaciar los post sobre el tema, para no aburrir con ello al personal. Aunque quizás no lo consiga. Quiero decir, que quizás no consiga no aburrir al personal, porque espaciar los post estoy seguro de que si lo conseguiré. De hecho ya lo he conseguido. Pero no puedo olvidarme del tema, porque son demasiadas las diferencias de actitud entre hombres,  mujeres  y compañía, y ya dije en el primer post, que el tema iba a dar para mucho.

En el post de hoy, hablaré de la diferente actitud que existe entre hombres, mujeres y compañía, en relación a algo que, no sólo es siempre tema de rigurosa actualidad, sino que además es un claro tema de debate entre hombres, mujeres… y compañía: La limpieza.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la limpieza es uno de los temas que genera un mayor número de discusiones entre hombres y mujeres, o debates acalorados, llámelo como quiera, y sobre todo, por alguna extraña razón, se da con mayor asiduidad entre hombres y mujeres que comparten techo, baño, cama y el resto de la casa. Y a diferencia de lo que creemos, dichos enfrentamientos, no se producen porque una de las partes sea más limpia que otra, o lo que es lo mismo, que una de las partes sea más guarrilla que otra.

No, dicho enfrentamiento, se produce por la diferente actitud  con la que ambas partes afrontan la limpieza, y el diferente concepto que tienen de ella. Mientras que para el hombre la limpieza es una necesidad con la que hay que cumplir, con mayor o menor eficacia y frecuencia según los casos, para la mujer es una prioridad que hay que finiquitar antes de pasar a otras tareas más gratificantes. Por supuesto, y como siempre, hablo en general, porque en ambos géneros, habrá casos… y casos.

Normalmente, una mujer intenta siempre dejar su casa lo más arreglada posible antes de salir de ella a disfrutar de la vida, porque se toma la limpieza como una prioridad y no como una necesidad. Una necesidad hay que hacerla, pero se puede hacer en cualquier momento, cuando sea. Una prioridad hay que hacerla, y hay que hacerla antes del ocio y disfrute.

Y ese es el primer punto en el que empieza la discusión, porque uno quiere irse de fiesta lo más rápido posible… y otra quiere recogerlo todo antes de irse, sin pararse a pensar que puede hacerse en otro momento, porque la casa se va a quedar vacía… y no habrá allí nadie para verlo. Es una cuestión de establecer prioridades, y está claro que hombres, mujeres y compañía priorizan de diferente manera.

También por lo general, las mujeres suelen pensar, que los hombres somos algo guarrillos y descuidados con la limpieza. Piensan que, por ejemplo, somos capaces de ver sucio el suelo de la cocina y dejarlo como está para ir a tumbarnos en el sofá. Y nos llaman cerdos. Lo cual sería cierto si hubiéramos visto suciedad en el suelo de la cocina. Y ahí está el error, porque realmente, nosotros no apreciamos esa suciedad, lo vemos limpio y no consideramos necesario limpiarlo… y nos tumbamos a vaguear.

Ese es el quid de la cuestión: la mujer ve suciedad donde el hombre no es capaz de apreciarla. Es como una mezcla de sexto sentido e intuición femenina, de la que el hombre carece. Es como si la mujer, tuviera una vista microscópica capaz de captar el más mínimo detalle, una vista capaz de captar imágenes de 346 mega píxeles, mientras que el hombre sólo puede captar unos 14…


Por todo ello, si usted es mujer, deje de pensar que los hombres somos guarros y, si quiere, empiece a pensar que somos cortos de vista. Y si es usted hombre, deje de pensar que las mujeres ven visiones en forma de suciedad, y empiece a pensar… que ven más que usted.







4 de septiembre de 2013

Depresión post-vacacional.

Sí señor, sí. Seguramente usted acabe de reincorporarse al trabajo después de las vacaciones y sepa perfectamente de lo que voy a escribir.

Y además da igual que viva usted en Wisconsin o en Helsinki. Volver a trabajar después de un período vacacional, es uno de los motivos más nobles que existen para caer en una depresión, o cualquier otra cosa que se le parezca. Salvo que usted viva en China, y además sea usted chino, en ese caso, seguramente se pase los dos únicos días de sus vacaciones deseando que llegue el momento de volver a trabajar.

El cambio que sufrimos en la transición vaguear-currar, puede llegar a ser traumático si uno no está debidamente mentalizado para llevar a cabo dicha transición. ¿Y cómo hacerlo?, me preguntará con cara de interrogante, pero…  qué quiere que le diga, no tengo ni la más remota idea. ¿Se cree que si lo supiera estaría yo ahora con esta depresión, o como quiera llamarlo? No, si lo supiera estaría tan feliz como un chino (como un chino que estuviera trabajando, no como un chino que estuviera de vacaciones).

Y es que, pasar de estar durante un tiempo determinado haciendo lo que uno realmente quiere, a verse privado de toda esa libertad y enfrentarse de nuevo a la rutina diaria, tiene su miga. Si, está claro que incluso antes de empezar el período vacacional ya sabíamos cuando iba a terminar, porque las vacaciones, como casi todo en la vida, son efímeras, pero… siempre acaban en el momento más inoportuno, cuando uno más lo está disfrutando. A mi cuando alguien me pregunta: “¿Qué tal las vacaciones?”, nunca se me ocurre otra respuesta que no sea: cortas. Porque eso es lo que de verdad duele, que sean tan cortas, si duraran cuatro ó cinco meses seguramente acabaría pidiendo a gritos volver a trabajar (incluso hasta podría pasar por un chino cualquiera).

Pero son tan cortas, que nunca nos da tiempo a hacer todo lo que teníamos pensado. A mí por ejemplo, en estas que acabo de disfrutar, por más intentos que he hecho para encontrar un hueco, no me ha dado tiempo a pintar la casa. Sí, se estará preguntando que porqué no lo hago  cualquier fin de semana, pero entonces… ¿me quiere explicar para qué coño son las vacaciones?  ¿Cómo dice? No, mire usted, perdone que discrepe pero las vacaciones no son para disfrutar, las vacaciones son para intentar convertirnos en unos maestros del bricolaje, aunque no sepamos ni lo que es un alicate… ni seamos chinos. Porque lo que para unos es un pasatiempo tan ameno, que pueden hacer con los ojos cerrados, para otros es un deporte de riesgo.

Pero a parte de ser cortas, las vacaciones también son cansadas. Quien diga lo contrario miente, y en la mayoría de los casos, necesitaríamos de unas vacaciones para recuperarnos de las vacaciones, aunque seguramente, en vez de descansar, acabaríamos pintando la casa. En realidad, el ser conscientes de que en vacaciones hemos hecho de todo menos descansar, es otro motivo más que alimenta la depresión, porque yo, además de no ser chino, tampoco soy como el conejito de Duracelli…





Pd.: No tengo absolutamente nada en contra de los chinos, estoy seguro de que son buena gente y además... muy trabajadores.


Pd.2: Nuevo mes… nueva chica del mes.





25 de agosto de 2013

Las vacaciones.

Las vacaciones, además de para vaguear, que para eso se inventaron, sirven para muchas otras cosas.

Las mías, de momento, me están sirviendo para mucho, y hasta ahora, he pasado calor, he hecho colas, he metido horas conduciendo, y… he ingerido comida basura en exceso. Como ven, nada de especial, y que, además, me dirá usted que todo eso puede suceder sin estar de vacaciones. Cierto, pero da la casualidad, de que a mí me ha pasado en vacaciones, así que, todo ello se lo “agradezco” a las vacaciones.

Sin embargo, aparte de todo eso, me ha sucedido una pequeña anécdota, que ha provocado en mí una pequeña duda que, hasta el momento, no he sabido resolver. Quizás con su ayuda, me aclare un poco las ideas, y deje de debatirme, y así, poder decidirme entre recuperar la fe en la raza humana… o mandarla definitivamente al carajo.

El suceso en sí, que no tiene nada de paranormal, no se me asuste, consistió en perder, extraviar tontamente, sustracción involuntaria… o sustracción deliberadamente voluntaria, de una riñonera en el Parque Warner, más concretamente, mi riñonera. Pongo los cuatro casos, porque realmente no sé cual fue la razón de que mi riñonera, no se encontrara en el mismo lugar en el que la dejé colocada, instantes antes de que me sumara a la cola de una de las atracciones acuáticas. Y puedo asegurar que no la dejé posada en una papelera, en un banco o… en el suelo, no, la dejé posada en la silla de paseo de mi sobrino de 8 meses.

El caso es que, cuando salí de la atracción unos tres cuartos de hora después, y fui a coger la riñonera, ésta, voluntaria o involuntariamente, había tomado las de Villadiego hacia cualquier destino desconocido, sabe Dios en compañía de quién…

¿Qué contenía la riñonera? Que yo recuerde portaba en ella: Un paquete de pañuelos de papel, un pañuelo de papel usado (guardado allí hasta encontrar una papelera, no piensen mal), un monedero con calderilla, tabaco, un mechero… Eso es lo que yo recordé en un principio cuando me puse a hacer balance de las existencias guardadas en la riñonera. Y en principio me angustié, porque a ver dónde coño compraba yo tabaco. Después, algo después, caí en la cuenta de que también llevaba en la riñonera, en un bolsillito interior, un billete de 50 euros… y las llaves del coche. Y me angustié aún más…

Porque podría subsistir sin los 50 euros, y también sin fumar. Pero sin las llaves del coche y a 400 Km de mi casa… son demasiados como para ir andando a buscar otro juego de llaves. Durante el camino hasta la oficina de objetos perdidos, iba mascullando soluciones en la cabeza, pero todas pasaban por tener que esperar al menos 24 horas para mover el coche, y eso en el mejor de los casos. Claro que podría haber sido peor, pero afortunadamente, la cartera con documentación y tarjetas y el móvil, los llevaba en la mochila de la cámara de fotos que sí había dejado a buen recaudo colgada en la espalda de mi cuñada…

Con cara de cordero degollado, pregunté en la ventanilla de objetos perdidos si alguien había entregado una riñonera negra. La empleada que me atendió, me preguntó si llevaba algún objeto de valor. Le dije que las llaves y me preguntó la marca de mi coche. Un Renault, le dije, y dándome la espalda, sacó algo de un pequeño armario y, así de espaldas a mí, vi cómo investigaba en el interior de aquello que había cogido y que pude percibir que era negro, durante unos interminables 30 segundos… Finalmente, se dio la vuelta y preguntando “¿son estas llaves?” me enseñó las llaves de mi coche… Como toda respuesta, me santigüé mirando al cielo, gesto que la empleada interpretó como afirmativo, dándome mi riñonera y diciéndome “la ha traído una señora hace 15 minutos”… Felizmente había recuperado la riñonera y todo su contenido… excepto los 50 euros.



Y es aquí, amigo lector, cuando me asaltó esa duda existencial. Recuperar la fe en la raza humana o mandarla definitivamente al carajo.

La recuperaría, si supiera que, quien me sustrajo voluntariamente la riñonera, quizás alguien necesitado, tomó para sí los 50 euros y devolvió el resto con el propósito de no hacerme una grandísima putada, ya que se lo podría haber llevado todo o… haberlo tirado en cualquier cubo de basura. Es el único supuesto en el que recuperaría la fe en la raza humana.

Sin embargo, también es posible, que quien sustrajo la riñonera y se apropió del dinero, la dejara por ahí tirada y fuera otra persona quien la entregó en objetos perdidos. En este supuesto habría empate.

O también sería posible, que quién sustrajo la riñonera, no encontrara el dinero, se deshiciera de ella como pudo, otra persona la encontrara, la entregara en objetos perdidos sin mirar lo que había dentro… y que fuera la empleada quien, al revisar el contenido de espaldas a mi… se quedara con los 50 euros. En ese caso, sí que mandaría la fe en la raza humana al carajo. O más lejos si se puede.

A ver si alguien puede arrojar algo de luz a mis dudas…


16 de agosto de 2013

Efemérides.

Hoy es un día para recordar.

Hoy se cumplen años. Sí, aparte de ser hoy el cumpleaños de Madonna, el destino quiso que, también un día como hoy, casi como por casualidad, hace 36 años, otro icono musical nos abandonara. El 16 de Agosto de 1977, el Rey fue encontrado sin vida en Graceland.

Así que, tras guardar un respetuoso minuto de silencio, armemos ruido con una de sus mejores interpretaciones en aquel grandioso concierto que ofreció vía satélite a todo el mundo desde Hawaii.

!!! Dios salve al Rey!!!....



 



Pd.: Aprovecho para anunciar, si es que a alguien le importa, que me iré de vacaciones unos días. Los justos para visitar por enésima vez el Parque Warner. Que Dios me pille confesado...


8 de agosto de 2013

Hombres, Mujeres... y compañía. II

Hombres, mujeres y compañía. O mejor dicho, hoy, hombres en compañía y mujeres en compañía. O lo que es lo mismo, reunión de hombres y reunión de mujeres.

Es otra de las diferentes formas de actuar, de ambos géneros, en una misma situación. Aunque en este caso sólo puedo hablar, con cierta propiedad, de cómo actuamos los hombres en una reunión de hombres.  A día de hoy, nunca he estado en una reunión de mujeres para saber qué es exactamente lo que se cuece en su interior. Quizás algún día me inviten a una de ellas, pero, en ese caso, seguramente dicha reunión quedaría totalmente desvirtuada, por mucho que las asistentes quisieran comportarse con total naturalidad, por lo cual dicha experiencia, no me serviría para conocer más, acerca de esas reuniones de lo que ya conozco. O sea, nada.

Posiblemente, sea éste otro ejemplo, tanto de la simplicidad masculina, como de la complejidad femenina. Sobre todo de la primera, ya que de la segunda, como ya he dicho anteriormente, no puedo hablar con propiedad…

En dichas reuniones de hombres, los temas de conversación pueden ser infinitamente variados. Pero no lo son. Por alguna extraña razón, e independientemente de la clase social e intelectual a la que pertenezca el grupo, siempre se termina hablando del mismo tema. Si usted es hombre, seguramente sepa de lo que hablo. Si es usted mujer, puede que llegue a hacerse una idea, pero nunca llegará a conocerlo en la misma proporción y profundidad que si fuera hombre, ni mucho menos entenderlo.




Puede usted estar hablando, por ejemplo, de toros, recordando los pitones de aquel Miura que daba cagalera sólo imaginárselo, cuando sin previo aviso, uno de sus amigos le interrumpe con un “a aquella de la esquina si que la empitonaba yo…”. O si están en medio de una conversación de finanzas, hablando de las fluctuaciones de la bolsa y especulando con el precio de las bananas en Sudamérica, es interrumpido con un “mira aquella rubia, seguro que sabe más que tú de “plátanos”…” y otro contesta con un ”Y la morena de al lado es catedrática en “melones”…”.

Existen otros temas aleatorios, que también se tratan en esas reuniones, como por ejemplo el coche. El propio de cada uno, no se crea que nadie habla del coche del vecino, casi con toda seguridad, peor que el suyo propio. O de deportes, donde todos descubrimos atónitos, como el más inútil de la pandilla, no jugó nunca en el Madrid porque le tenían manía… todos los entrenadores que tuvo.

Pero finalmente, aunque se hable de diversos temas, a cual más trascendente, todos derivarán en el mismo tema, el más importante. O como lo definen por ahí… el único importante. Somos así de simples.
Ahora bien, con el objeto de poder hacer comparaciones, por mucho que sean odiosas, invitaría cortésmente, y además lo agradecería eternamente, que alguna fémina se prestara a detallarnos lo que se cuece, en ese coto privado que son las reuniones femeninas.


Por favor, absténganse de detallar lo que se cuece en esas reuniones femeninas también llamadas “tupper-sex”…




1 de agosto de 2013

Hombres, mujeres... y compañía.

En este post, y en otros posteriores, trataré un asunto que viene siendo catalogado algo así como “un gran misterio de la naturaleza”, y que desde hace siglos, y lo que nos queda, viene siendo motivo de discusión allá dónde surja cualquier tipo de debate: “Hombres y mujeres somos totalmente diferentes”.



Ya, ya lo sé. El tema tiene tela que cortar y, seguramente, una vez que me haya hartado de escribir sobre ello, estaré peor de lo que estaba y seguiré sin entender nada. Y seguramente usted también, sea hombre o mujer. Sobre todo si es mujer, porque como ya sabrá… usted y yo somos diferentes.

No me estoy refiriendo al físico, eso es algo que hasta un ciego puede ver. Basta un simple vistazo a un miembro de cada género, y también a sus “miembros”, para darse cuenta de que físicamente no tienen nada que ver el uno con el otro. Por mucho que ambos puedan llegar a encajar perfectamente y unirse como piezas de un puzle, está claro que su fisonomía es completamente diferente. Y podemos asegurar, que ese es el motivo, por el que pueden encajar perfectamente, por lo diferentes que son sus miembros… y sus “miembros”.

Pero estará de acuerdo conmigo en que, realmente, tener un colgajo más arriba o más abajo, o el tener uno o dos, o tres colgajos, no es lo que nos hace diferentes a hombres de mujeres. De ser así, ambos podríamos tener las mismas aficiones, los mismos pensamientos, y lo que es más importante, tener un comportamiento similar ante una situación determinada.

Pero el comportamiento está controlado por la mente. Eso que no se ve a simple vista, la manera de pensar, es diferente, independientemente del número de colgajos y su posición, y nos hace comportarnos de manera totalmente diferente a unos y otras al afrontar una misma situación. Por supuesto, está claro que siempre hay casos “especiales” en ambos géneros, casos que suponen la excepción que confirma la regla, pero yo hablo siempre con carácter general.

Sólo por poner un ejemplo, iniciando de este modo la serie de posts acerca de este tema, entre hombres y mujeres existe una gran diferencia en la manera de afrontar la necesidad de comprar ropa.

Si un hombre necesita comprarse ropa, ya sabe, incluso antes de salir de casa, qué establecimiento visitar, y se dirige hacia él con paso firme y total determinación, sin dejar que otros establecimientos le hagan dudar. Una vez en dicho establecimiento, un hombre puede comprar la suficiente ropa como para vestirse de pies a cabeza, incluyendo ropa interior, en apenas veinte minutos de reloj, y le sobra tiempo para hacer una radiografía y memorizar cara y cuerpo de todas las dependientas de la tienda.

Una mujer, sin embargo, sale de compras y lo único que tiene claro, es a qué calle acudir: aquella que tiene el mayor número de tiendas. Una vez allí, empieza a mirar escaparate tras escaparate, del primero al último, y tras estudiárselos todos… vuelve a la primera tienda y empieza a mirar todo el género. Con suerte se probará un par de prendas, pero seguramente las volverá a dejar en su sitio… porque no le terminarán de convencer. Repetirá la misma acción en, al menos, cinco o seis establecimientos más. Seguramente, visite aquellos cuyos escaparates, tengan expuesta alguna prenda que nunca se probaría, y ni mucho menos se compraría. Al salir del último establecimiento, por supuesto aún con las manos vacías, llegará nuevamente hasta el último escaparate, y se decidirá a volver a entrar en la primera tienda, aquella en la que sí se probó un par de prendas… para comprar una de ellas. Después, volverá a la última tienda en la que entró, porque allí había visto otra prenda que combinaba con la que se acaba de comprar…, pero esta vez se la prueba para comprobar que, según ella, no le sienta nada bien. Desesperada, volverá a entrar a todas las tiendas, buscando esa prenda que le combine con lo que se compró, incluyendo también el resto de tiendas en las que aún no había entrado. Por arte de magia, en una de ellas encontrará un conjunto de cuerpo entero que le sienta de maravilla y, además, más económico que lo que ya se había comprado, por lo cual, decide comprárselo y volver a la primera tienda a devolver la prenda solitaria para la cual no encontraba acompañante. Saldrá de la tienda enormemente feliz por la compra realizada. Sin embargo, esa felicidad durará poco. Exactamente el tiempo que tarda en darse cuenta… de que no tiene calzado que combine con ese conjunto que acaba de adquirir…


Esto es sólo un ejemplo de la diferencia de comportamiento. En próximos posts, analizaremos otras diferencias, en otras tantas situaciones diferentes.


Pd: Nuevo mes... nueva chica del mes.




29 de julio de 2013

Día de playa II.

Lea esto antes, si no lo ha hecho ya.


Una vez se hubo quitado la ropa, aquel hombre pensó, y de una manera de lo más espontánea, que lo más sensato sería darse un baño.

Hacía calor. El suficiente como para que el refrescarse se convirtiera en una cuestión de vital importancia. Sobre  todo para sus acalorados pies. Y también para deshacerse de la ya gruesa capa de sudor que le cubría. Ni siquiera el hecho de que sus pies volvieran a sufrir al pisar la arena, y le hicieran dar saltitos de puntillas, hizo que desistiera de su intención de refrescarse.

Tras hacer algún que otro alto en el camino, descansado sus pies en varias toallas de algún ajeno/a, con o sin permiso, llegó al pequeño tramo de arena mojada que antecede a la orilla. La sensación que captaron sus pies le llenó de alivio, pero… enseguida sintió desasosiego. El típico desasosiego que se siente cuando a uno le entran ganas de orinar, seguramente por sentir la humedad bajo los pies.

Dicha circunstancia normalmente no representa ningún problema, basta con meterse al agua hasta que nos cubra el pecho y, apartando un poco el bañador, dejar que todo fluya… Y lo intentó. Llegó a la orilla e introdujo los pies en el agua. Inmediatamente, sintió como dos relámpagos de hielo, circulaban a velocidad extrema desde la punta del dedo gordo de cada pié, hasta la punta de los pelos de su cabeza, los cuales se erizaron instantáneamente. Sí, otras partes de su cuerpo también se erizaron. Otras… se encogieron compulsivamente.

El agua estaba helada. Lo suficiente como para que sólo estuvieran metidos en él, dos surfistas con traje de neopreno incluido. Lo suficiente como para plantearse, si la capacidad acumulativa de su vejiga, le permitiría evitarse morir congelado en el agua. Durante un par de minutos se quedó allí, de pies con el agua hasta los tobillos, inmóvil. Hasta que empezó a entrelazar las piernas, en un gesto que delataba que, evidentemente, su vejiga no tenía una gran capacidad acumulativa…

Haciendo de tripas corazón, se adentró en el agua, sólo lo justo y necesario. Más exactamente hasta las rodillas, de modo que arrodillándose, el agua le llegó hasta el bajo vientre. Deslizó cuidadosamente el bañador, liberando su pene dejando que todo fluyera… justo en el momento que una gran ola le hizo perder el equilibrio, arrastrándolo hasta la misma orilla. Cuando abrió los ojos, se descubrió a si mismo totalmente descubierto, al lado de dos señoras de avanzada edad, que murmuraban escandalizadas…  mientras que todo seguía fluyendo de manera totalmente natural.

Tuvo suerte. Al estar tumbado boca arriba, la orina, calentita como ella sola, le calentó el estómago y la mayor parte del pecho. De no ser así, seguramente habría sufrido una hipotermia… Tras la copiosa micción, se subió el bañador y se levantó. Estaba lleno de arena, pero prefirió quedarse como estaba, en lugar de meterse al agua y volver a congelarse.

Se dirigió a su ubicación en la arena, justo donde las tres lozanas mozas, se untaban copiosamente protección solar las unas a las otras. Aquella visión, hizo que desapareciera de su cuerpo cualquier resquicio de frialdad. Ante la mirada de una de ellas, cogió su bote de crema e intentó imitarlas, haciéndola un claro gesto de que no llegaba a su espalda.

La chica entendió la indirecta tan directa, y se prestó a ayudarle. Echó un gran chorro de crema en sus hombros y empezó a extendérselo por su espalda. A los pocos segundos, la mezcla de sudor, arena, protección solar… y algunos resquicios de aquello que la chica no tenía ni pajolera idea que aquel hombre se había rociado a si mismo involuntariamente tumbado en la orilla, se había adherido irremediablemente a su mano.


Instintivamente, la chica acercó su mano a la nariz… y salió corriendo hacia la orilla a lavársela como pudo.






24 de julio de 2013

Día de playa.

Hacía calor.

El suficiente como para incitar a plantearse, a todo hijo de vecino, el dejarse caer por cualquier playa cercana. El suficiente como para que aquel hombre buscara un espacio para refrescarse en el agua, un espacio abierto en el que su abundante sudor, no delatara que su desodorante le había abandonado hacía ya unas horas.

Y el calor le incitó a buscar una playa cercana…, pero no la había. Así que tuvo que conformarse con buscar una playa lejana. Podría haberse sentido incitado a sumergirse en su bañera, y de hecho lo pensó, pero eso no era divertido. La playa lejana más cercana, estaba a 48 kilómetros de donde él se encontraba, así que se metió en el coche, donde a pesar de llevar las ventanillas bajadas aumentó su tasa de sudor, y puso rumbo a la playa. No, por desgracia, su coche no tenía aire acondicionado. Más bien, lo que tenía era aire condicionado.

Llegó a la playa. Llegó como pudo, casi deshidratado tras aguantar media hora de trayecto y casi otra hora para encontrar aparcamiento. Porque aquella playa lejana, al igual que cualquier playa esté donde esté, en determinados días suele estar bastante concurrida, sobre todo si hace calor. El suficiente calor como para incitar a todo hijo de vecino a visitarla. El hecho de que la playa estuviera tan concurrida, y sobre todo, lo concurrido que estaba su aparcamiento, obligó a aquel hombre a caminar casi tres kilómetros para llegar a atisbar la arena. Y otro más para llegar a pisarla.

Tras descalzarse, puso ambos pies en la arena y se adentró en la playa, constatando instantáneamente dos hechos. Primero, que descalzarse había sido una completa osadía, y que no se debía haber descalzado, al menos hasta haber llegado a su punto de destino en la playa y haber extendido la toalla encima de la ardiente arena. Segundo, que era más que probable que todos los presentes en aquella playa, estarían mirándole atentamente…, como consecuencia de los improperios que estaba vociferando y los saltitos que daba de puntillas, por culpa de la elevada temperatura de la arena… Sí, podría haber vuelto sobre sus pasos y haberse calzado, pero… ya he dicho que estaba casi deshidratado, y a estas alturas su cerebro se asemejaba más a un trozo de membrillo que a materia gris…

Cuando encontró un lugar para instalarse, curiosamente justo al alado de tres lozanas mozas que tomaban el sol en top-less, extendió su toalla en la arena, hecho este bastante laborioso y dificultoso debido a que casi no podía agacharse porque seguía dando saltitos de puntillas sobre la arena… y porque el perrito de un vecino había trincado con su mandíbula una esquina de la toalla intentando quedársela. Al perrito también le quemaba la arena, pero se comportaba con hombría y no daba saltitos. Finalmente consiguió ahuyentarle tirándole arena con un pié. Al perrito… y al vecino, quien no se levantó para darle un guantazo porque hacía calor. El suficiente para quitarle a uno las ganas de hacer un esfuerzo y abandonar la posición horizontal.


Se quitó la camiseta. No fácilmente, ya que, debido a lo empapada en sudor que estaba, hubo de hacer varios movimientos improvisados de contorsionista profesional. Movimientos estos que, al no ser un contorsionista profesional, le hicieron perder el equilibrio y caerse de morros encima de una de las lozanas mozas que estaban a sus pies. No, no es que estuvieran rendidas a sus pies, no me malinterprete, si no que estaban situadas a sus pies. Si él estuviera tumbado o sentado, claro está. Si bien la lozana moza no se lo tomó a mal, al menos aparentemente, lo cierto es que aquel hombre volvía a ser el centro de atención en 50 metros a la redonda, y para evitar males mayores, la lozana moza le ayudó a quitarse la camiseta para después… limpiarse las manos como pudo.

Continuará... 




21 de julio de 2013

De película...

“Forrest Gump” y “Rain Man” eran “Dos tontos muy tontos” que se conocieron en “El orfanato”, regentado por “Mary Popins” situado en “Mulholland Drive” "Al Este del Oeste".

Aquel era “Un mundo perfecto” y “Un lugar para soñar”, pero las “Noches de tormenta” les enseñó “Lo que la verdad esconde” y “Un día de furia” pensaron:  ¡¡“Mamma Mía” “Esta casa es una ruina”!!, iniciando “La gran evasión” rumbo a “Un horizonte muy lejano” dando “La vuelta al mundo en 80 dias”, que resultó ser un  “Camino a la perdición” “Sin retorno”.

Conocieron a “El Padrino”, más conocido como “El coleccionista de amantes”, cerca de “Los puentes de Madison” en una “Cena de amigos” y pensaron: es “Uno de los nuestros”. 

“13 Días” después, en “El Guateque” que organizó “El padrino” en “El bar coyote” que estaba “Abierto hasta el amanecer”, con motivo de la “Despedida de soltero” de “Hannibal”,  coincidieron “Cara a cara” con “Thelma y Louise” y fué “La noche de su vida”. Les bastaron “60 segundos” para “Enamorarse”.

“Solo los tontos se enamoran” y “Forrest Gump” y “Rain Man” no eran precisamente “Un par de seductores”.  Sin embargo no les hizo falta, porque “Thelma y Louise” eran “Las seductoras”, expertas en “Seducir a un extraño”, por lo que “Forrest Gump” y “Rain Man” fueron “Presa fácil”… Ellas eran “Las mujeres perfectas” y tras las “50 primeras citas” ellos seguían sin saber “En qué piensan las mujeres”. Ellas eran “Bandidas” con “Un plan perfecto”…

“Los cuatro fantásticos” cogieron “La camioneta” para ir a “La playa” y después de “Nueve semanas y media” fueron “A cualquier otro lugar” a pasar las “Vacaciones de verano”.  Recibieron unas “Cartas desde Iwo Jima” de su amigo “So Young” invitándoles a pasar “55 días en Pekín” “Con faldas y a lo loco”. Aquella era “Una ciudad sin ley” que se prestaba a las “Crueles intenciones” de “Thelma y Louise”.

Ellas intentaron convencerles para tomar “El tren de las 3.10” y dar “El golpe de su vida”. Eran unas “Bandidas” que tenían “Una mente maravillosa”, y pensaron que si trincaban el “Botin de 500.000 dólares” “El asalto al tren del dinero” era “El golpe” que decían les daría un “Hogar, dulce hogar”. Eran “La tapadera” que “Thelma y Louise” necesitaban…

“La sombra del poder” hizo que “La proposición” tomara cuerpo y cayeran en “La trampa”. “La última noche” antes de dar “El golpe” “La vecina de al lado”, más conocida como “La vendedora de rosas” intentó avisarles de que “La vida es bella” con o “Sin dinero” y que tener “Amigos con dinero” son “Amistades engañosas”. Pero estaban “Locos de remate” y les gustaba “Amar peligrosamente”. Aquello era “Una cuestión de pelotas” así que se despidieron con un “Buenas noches y buena suerte”. “El día después” se convirtió en “El día más largo”…

“A la hora señalada”  y equipados como si fueran “Agentes secretos” “A prueba de balas”, y en un “Acto de valor” fueron “A todo gas” a dar “El golpe”. Pero “La Búsqueda” de “La caja 507” se convirtió en una “Misión Imposible” porque se encontraba en una “Cámara sellada”. Tuvieron una “Corazonada”. “El sexto sentido” les hizo abandonar “La misión” antes de quedar “Atrapados sin salida”. “La muerte tenía un precio” y no querían terminar “Por un puñado de dólares” en la “Celda 211” de “Alcatraz” cumpliendo “Cadena perpetua” “Sin perdón”… y “Condenados a fugarse”.

“La cruda realidad” les demostró que estaban “Durmiendo con su enemigo”. “El amor apesta” y ellos debían ser “Corazones solitarios” “Eternamente comprometidos” “En busca de la felicidad”. Así que pusieron en marcha “El plan B”, recogieron sus “Efectos personales” tomaron “El ascensor” y abandonaron a “Thelma y Louise”.
   

“En honor a la verdad” “Como en casa en ningún sitio”… Pero cuando regresaron, “Mary Popins” y “El orfanato” habían desaparecido “Sin rastro”, por lo que se quedaron en “El lago azul” y compraron “La casa del Lago”, donde vivieron felices y comieron perdices…


                                                                       "The End"





8 de julio de 2013

¿Reincidencia criminal?

Soy un criminal.

Y usted también. Y su vecino. Y además reincidente. Y usted también. Y su vecino también.

Y lo peor de todo, es que, hasta hace unos días no tenía la más mínima pajolera idea de ello. Y seguramente usted tampoco. Ni tampoco su vecino… Toda la vida pensando que era una persona decente, para un buen día descubrir que mi vida es una realidad totalmente diferente a la que yo percibo. Y la suya también, no mire para otro lado. Y también la de su vecino.

Y es que, según la presidenta (a ver si lo digo bien) de la Federación de Asociaciones Provida de España, y cito textualmente:   la masturbación es una práctica criminal, ya que constituye "una forma de aborto".

Ante tal afirmación, uno no puede más que darse por aludido, porque, entre nosotros, seré un criminal, pero no un insincero. Ya, me imaginaba que usted también se daría por aludido. Y seguramente su vecino también… No, esto no supone que lo haya hecho recientemente, ni que usted lo haya hecho recientemente tampoco, pero un crimen de tal magnitud no prescribe en el tiempo, así que da igual que hayan pasado treinta años… o dos meses, el delito está ahí, y mucho me temo que somos proscritos y, seguramente, buscados por la justicia… vivos o muertos.

Pero eso no es lo peor de la noticia. Lo peor de todo es que, aún no hemos tocado fondo y es más que probable que nuestra vida, o lo que quiera que sea lo que estemos viviendo, se descontrole hasta límites insospechados y nos hagamos dignos del mismísimo infierno, ya que, bajo la “sabia opinión” de tan distinguido personaje, y vuelvo a citar textualmente: "la masturbación es criminal porque inicia al sujeto en un espiral de perdición: sabemos que de la masturbación es fácil pasar a la soledad compulsiva, a la actividad criminal, a las violaciones, a la corrupción, a la drogadicción y finalmente al ateísmo". (Lo único que no me ha quedado claro de esta afirmación, es que el ateísmo también se considere delito penal…). 

Si yo fuera usted, que está claro que más o menos hemos cometido el mismo delito (y que su vecino también), buscaría un lugar desierto en el que aislarme del mundo, más que nada para no representar un peligro para la sociedad y, porqué no, también para que no me encuentre la justicia. Claro que, tal empresa, sería un poco difícil de llevar a cabo, ya que como puede suponer, si todos los que hemos cometido dicho “crimen” hiciéramos lo mismo, el desierto dejaría de ser desierto y se convertiría en una ciudad/país demasiado cosmopolita. Sería como Carabanchel a lo bestia y Alcatraz elevado a la milésima potencia todo junto…

Así y todo, emigremos al desierto o no, sólo tengo palabras de agradecimiento para esta señora que, gracias a su frigidez y además de ser una de las pocas personas puras que no han cometido el “crimen” de masturbarse, ha sido la única que ha tenido a bien hacer algo al respecto, denunciarlo y abrirnos los ojos a quienes hemos vivido tantos años con, además del puño, los ojos cerrados…(Fuente aquí).



Pd.: Nuevo mes, nueva chica del mes…, la de la columna lateral, no la de abajo, que seguramente, y a pesar de su rostro angelical, también sea una “criminal”.