24 de enero de 2012

Un mundo perfecto.

¿Es posible un mundo perfecto?

La idea que se forma cada uno de lo que debería ser un mundo perfecto, está guiada por preferencias muy personales, mezcladas con ideales populares de difícil consecución.

Es posible que para usted, un mundo perfecto sea aquel en el que lluevan chuletones del cielo un par de veces por semana (el mío también se asemeja bastante a eso…), que el dependiente de cualquier comercio le pague a usted por llevarse sus productos, que nuestra cultura fuera totalmente polígama, o que fuera usted quien le diera órdenes a su jefe. O a sus jefes…

Y que todas esas preferencias personales que usted aporta al tema, estén mezcladas con otros ideales, bastante más nobles por cierto, como puedan ser la paz mundial, la inexistencia de hambre en cualquier parte del planeta o, ya puestos, del universo, que los marcianos también comen, o un mundo sin políticos corruptos… Sí. Es posible que con todas esas premisas y preferencias viviéramos en un mundo bastante mejor del que nos toca vivir, pero seguiría sin ser un mundo perfecto.

Nos acercaríamos más a un mundo perfecto, e incluso me atrevería a decir que estaríamos en él, y seguramente usted piense lo mismo, con el simple hecho de que hombres y mujeres pensáramos lo mismo. Y si además es al mismo tiempo… sería insuperable. No me malinterprete, no quiero decir que todos los hombres y todas las mujeres pensáramos lo mismo al mismo tiempo, no. Aunque seguramente pensará que no estaría nada mal, que la vecina del quinto piense lo mismo que usted al mismo tiempo…, pero no, no me refiero a eso.

Bastaría con que el hombre y la mujer, que habitualmente forman una pareja, piensen lo mismo y al mismo tiempo. Sí, es más que posible que fuera aburrido. Yo aún diría más: seguro que es aburrido, para usted y para sus vecinos, pero sería perfecto. Porque ¿es capaz de imaginarse cuántas discusiones se evitarían?...




Yo no. No tengo tanta imaginación para alcanzar el máximo de las posibles discusiones. Simplemente, pensarían en comer al mismo tiempo y la misma comida, verían la televisión al mismo tiempo y el mismo programa, saldrían a pasear al mismo tiempo y al mismo lugar, harían vida social a la misma hora y con los mismos amigos, y los dos tendrían ganas de… bueno, les dolería la cabeza el mismo día y a la misma hora…

La verdad, a mi no se me ocurriría una mejor manera de empezar a crear un mundo perfecto que colocar sobre él, a hombres que piensen como mujeres y a mujeres que piensen como hombres… y que estén juntos, que separados ya los hay. Seguramente con ello cambiarían muchas, o casi todas, de las malas decisiones que se toman a diario en diferentes lugares de nuestro planeta.

Y si además, pensáramos todos como si fuéramos animales… ya sería la hostia.


Pd.: Perdón por decir ese último taco, se me escapó.   


22 de enero de 2012

La acera de enfrente.

¿Es usted de la acera de enfrente?



No se ofenda. Ni siquiera quiero saberlo, sólo es una duda existencial imposible de despejar a través de una pregunta absurda. Porque es evidente que, dependiendo de en qué acera esté el que lo pregunte, todos podemos ser de la acera de enfrente. Salvo que estemos en la misma acera en la que está quien hace la pregunta, en ese caso es aún más absurdo que se lo pregunten…

¿Y cuál es la acera de enfrente?... Otra pregunta absurda. La acera de enfrente es siempre aquella que está enfrente de la acera en la que usted se encuentre, vaya a cruzar la calle o no. Eso sí, en el momento en que cruce la calle, ya no será la acera de enfrente, si no que será la otra acera la que pasará a ser la acera de enfrente… y usted ya no está allí, está aquí. O mejor dicho, sí que está allí, porque yo aún estoy aquí ¿no lo ve?... Es técnicamente imposible que estando en aceras diferentes los dos estemos aquí.

Sin embargo, voy a cruzar también yo la calle y me pondré con usted en la acera de enfrente, de este modo estaremos los dos allí. Y allí se convertirá por arte de magia en aquí… y aquí volverá a ser allí, en la acera de enfrente. Pero volveré a cruzar a la acera de enfrente, para demostrarle que la acera de enfrente es aquella en la que está usted, es decir, allí… ¡No! ¡No cruce otra vez! Si lo hace se pasará usted a la acera de enfrente, y… ¿es eso lo que quiere? ¿De verdad es esa su ambición o simplemente lo hace para fastidiarme?... En fin, allá usted…

Esté en el lado que esté, siempre habrá otro lado y por mucho que se cambie uno de acera, siempre habrá una acera de enfrente. Salvo que sólo haya una acera y sólo tenga posibilidad de estar en un lado. En ese caso estaremos hablando de dictadura, y… ¿es eso lo que usted quiere?...





15 de enero de 2012

Cuestión de porcentaje.

Manténgase alerta.

Según un estudio, cómo no, llevado a cabo por “investigadores” americanos, más concretamente del norte de las Américas, “Facebook provoca uno de cada cinco divorcios en EEUU”…

Aún no se sabe a ciencia cierta cuáles son las circunstancias que provocan los otros cuatro divorcios, pero, dado el interés mostrado en dicho estudio, debemos suponer que no son tan determinantes como el Facebook en el devenir de un matrimonio. El hecho de que el informe no aclare si son ambas partes ó sólo una de ellas las que tienen actividad en dicha red, supone que basta con que una de ellas esté inmersa en el tema para iniciar las hostilidades…

Y no se crea que porque eso esté pasando en EEUU no le va a afectar, porque si todo sigue su curso normal, lo que empieza en esos estados tan unidos, al final siempre termina contagiándose al resto de los mortales por vía aérea… o por cualquier otro tipo de vía.

No tiene nada que ver, el hecho de que usted no se hable con su pareja, de que cuando por fin le habla sea para llevarle la contraria, se gaste todo su dinero o simplemente no de la talla como amante (bandido o no), si usted tiene Facebook, tiene un veinte por ciento de posibilidades de divorciarse por ese motivo.

Si por el contrario, usted mantiene largas conversaciones con su pareja, siempre se acuerda de su aniversario, es generoso con ella además de ser la reencarnación de Rocco Sigfredi después de haber ingerido grandes dosis de afrodisíaco, no se relaje, porque si tiene Facebook también es candidato a divorciarse con el mismo porcentaje.

Se basa tal estudio, en la circunstancia de que el 95 por ciento de los usuarios de Facebook, busquen en dicha red social a sus antiguas parejas rolletes y demás afinidades erótico festivas, con sabe Dios qué tipo de intenciones. No, no mire para otro lado, y salvo que pertenezca usted al 5 por ciento que se conecta al Facebook para colgar chorradas, ya sabemos a qué dedica usted su tiempo libre… Evidentemente los que no tienen ningún “ex” quedan excluidos de ese 95 por ciento… y también del otro 5 por ciento, así que los encuadraremos en el X por ciento de no sé qué ciento.

Y por mucho que usted sólo hable o mantenga correspondencia con personas de su mismo sexo (es decir, si es hombre sólo con hombres, si es mujer sólo con mujeres, y si es animal sólo con animales), también está expuesto al fenómeno divorcio, ya que puede darse la posibilidad de que se vuelva usted homosexual de pies a cabeza… y se divorcie irreversiblemente.

No se usted, pero yo, con todas estas premisas, me estoy planteando borrarme del Facebook y eliminar así un veinte por ciento de probabilidades de divorciarme…




Fuente: Pinche aquí.



11 de enero de 2012

El Universo.

El universo es infinito. Lo digo por si aún no le había quedado claro…

Tal afirmación, aunque a simple vista pueda parecer un tanto compleja, en realidad es bastante simple. Viene a significar, ni más ni menos, que el citado universo, no es finito. Vamos, que es evidentemente gordo.

Y no porque yo lo diga, de hecho no sé quién lo dijo por primera vez, si no porque al menos a día de hoy, nadie ha sido capaz de vislumbrar dónde termina. Su circunferencia, porque siempre lo hemos imaginado redondo, aparte de ser figuradamente redonda, es demasiado amplia como para ver su límite por mucho que uno se ponga gafas. Y si no que se lo pregunten al cometa Halley ese, que aún está intentando salirse de él desde hace no sé cuantos miles de millones de años (que no sé calcular…).

Y yo me lo creo. ¿Porqué no iba a creérmelo? Si he llegado a creerme que el cambio de gobierno solucionará la crisis, es lógico que me crea cualquier cosa, por muy increíble que parezca. De hecho, me parece más increíble que, siendo tan grande como es, aún vivamos todos bien arrejuntados en un planeta tan pequeño.

Porque, aunque parezca grande y se tarde mucho en viajar de Wisconsin hasta Torremolinos, lo cierto es que dentro de lo infinito que es el universo, nuestro planeta es como un grano de arroz en una paella. No, no me refiero a que sea amarillo. Ni a que la paellera sea infinita como el universo, no se me haga el gracioso. Ni tampoco a que le falte sal. A fin de cuentas, sal es de lo poco que sobra en nuestro planeta. Antes se terminará el agua salada que la sal.

Quizás sea por ello, que en nuestro infinito universo nadie nos gane a salados. Ese es el único motivo que lleva a los extraterrestres hasta nuestro planeta: la sal. Porque anda que no son sosos los extraterrestres. Porque haberlos los hay, yo no los he visto, pero tampoco he visto nunca un político honrado y no por ello voy a pensar que no existen… Serán bajitos, y sosos. Y puede que hasta sean verdes, pero seguro que existen en algún lugar del infinito universo.

Y seguro que además de existir también piensan. Y seguramente también piensen en lo infinito que es el universo, en porqué tienen que irse tan lejos para encontrar a alguien más salado…, o simplemente desvariando sobre lo lejos que está Wisconsin de Torremolinos. Porque no nos habremos enterado, pero seguro que alguno de ellos ha hecho ese viaje… buscando sal.

En fin, Albert Einstein dijo: “Hay dos cosas infinitas: El Universo y la estupidez humana… Y del Universo no estoy seguro…”. Seguramente cuando lo dijo estaba desvariando…




4 de enero de 2012

Tic nervioso.

Casi todo el mundo tiene un tic nervioso que le caracteriza..., o eso creemos.

Cuando yo era joven, o mejor dicho, cuando yo era más joven, tenía lo que yo creía que era un tic nervioso, que consistía en soplar una y otra vez en dirección a mi flequillo. Un tic como otro cualquiera. O eso creía yo. Casualmente, dicho tic nervioso, desapareció al mismo tiempo que desaparecía mi flequillo.




Y digo “lo que yo creía que era un tic nervioso”, porque visto lo visto está claro que si hubiera sido un tic nervioso aún seguiría soplando en la misma dirección por mucha escasez de pelo que tuviera. Bueno, también es posible que un buen día llegara a cansarme de soplar y me rapara al cero, sí, como si tuviera escasez de pelo. Pero algo en mi interior me dice que habría soplado hasta que el flequillo hubiera salido volando…

Está claro que en muchas ocasiones, confundimos “tic nervioso” con “manías o costumbres raras”. Y en este caso concreto, queda demostrado que el acto en sí no es más que una manera de intentar evitar que el flequillo no me cayera a la cara cada dos por tres, y era un acto que yo efectuaba una y otra vez de manera inconsciente…, evidentemente cuando aún no se había consumado la escasez de pelo en mi cabeza…

Poco tiempo después, apareció otra manía ó tic nervioso del que aún no me he librado, que consiste en pasar una y otra vez la palma de mi mano por mi reluciente escasez de pelo. Posiblemente sea una manía cuyo objetivo no sea otro que el de la limpieza, ya que la escasez de pelo, deja al descubierto cualquier posible sustancia que no quedaría al descubierto en el supuesto de que no existiera dicha escasez de pelo, como por ejemplo, una mosca muerta. O una familia de piojos…

Seguramente este último tic nervioso ó manía, durará hasta que deje de tener escasez de pelo, o lo que es lo mismo hasta que me muera, y con ello, deje de tener facultades físicas para seguir pasando la palma de mi mano por mi escasez de pelo…


Pd.: Lo que sí está claro es que no me quito de encima el tic nervioso de cambiar la chica del mes cada nuevo mes...