25 de febrero de 2011

El Hombre y la cocina. II

Continuación de la entrada del mismo título (pero sin palitos, que para eso era la primera).

Tal y como le indicaba en el anterior capítulo, y perdone que me reitere pero es de vital importancia, no debe menospreciar la existencia de las salidas de emergencia de su cocina. No, no se preocupe, no tiene que construirlas usted con sus propias manos (salvo que viva usted en un zulo o en una cueva), ya que todas las cocinas vienen equipadas de fábrica con al menos dos lugares de evacuación. ¿Cómo que no? ¿Y para qué se cree que es la ventana? ¿Para que los vecinos puedan oler lo que usted está cocinando? No, tampoco para charlar con la vecina y entretenerse provocando el quemado de su comida.

Aunque le pueda resultar inverosímil, la ventana está para que, si usted provoca un incendio de escala tres o superior, los bomberos tengan un acceso alternativo a su cocina, en el hipotético caso de que la entrada habitual (la puerta) esté bloqueada por algún motivo, como por ejemplo que esté en llamas, o que en su afán de salir por patas de la cocina agarre con demasiada fuerza el pestillo y se quede con él en la mano… Disponer de una tercera salida de emergencia sería lo más idóneo, pero dado que la mayoría de cocinas son de un tamaño más o menos reducido, deberá usted conformarse con la chimenea o salida de humos, pero no es recomendable transitar por ella al mismo tiempo que lo hacen los propios humos, tan tóxicos ellos como aspirar los gases de un tubo de escape… Pero no se preocupe, a poco que se preocupe, o mejor dicho, a poco que sea prudente, no tendrá que utilizar dichas salidas de emergencia, así que pasemos a otro apartado.

Ya habíamos hablado de algunos electrodomésticos (si no entiende lo que significa “electrodoméstico” búsquelo en Google, no me sea vago…), pero hay otros que, sin ser tan importantes como aquellos, también nos pueden facilitar mucho las tareas culinarias, o en su defecto causarnos algún desperfecto en forma de accidente si no somos capaces de utilizarlos debidamente.

Entre estos electrodomésticos secundarios se encuentra la batidora, capaz de triturar una piña y convertirla en basura, porque a ver qué se piensa que va a sacar triturando una piña… ¿piñones triturados? Si al menos la licuara… Pero para eso debería utilizar una licuadora, que es una batidora para líquidos bastante más eficaz que una batidora normal y corriente, aunque también funcione con corriente de esa, de la eléctrica de toda la vida…, Claro que también puede usted usar aquel exprimidor que le tocó en una tómbola hace 16 años… si es que aún funciona…

Otro electrodoméstico puede usted encontrarse en la cocina (¡que lo busque en Google le he dicho…!) , pero sólo en algunos casos, no siempre, es un aparato llamado lavadora, que tal y como su nombre indica es un aparato que lava y…, no, no es una mujer aunque termine en “a”. Es un aparato que funciona con agua, o sea, acuático y… no, no es para lavar alimentos, aunque esté ubicada en la cocina, los alimentos los lava usted en la fregadera, que como su nombre indica, es un utensilio que se utiliza para fregar y que está provisto de un grifo que expulsa agua a su conveniencia, a la suya no a la del grifo, y que le permite no sólo elegir la cantidad de agua, si no que también le permite decidir si se congela las manos o se las quema, porque… ¡no!, ¡cocinando no!, fregando pedazo de ..#&$#... y… jvhnlskjhcgjv…

Sabe lo que le digo… que va a tener que imaginarse usted solito para qué se utiliza el papel de cocina…



24 de febrero de 2011

Proverbios.

Todos nos hemos encontrado en alguna ocasión, en la circunstancia de que alguien pronuncie la frase “como decía un viejo proverbio…”.

Los proverbios, por norma general suelen ser verdades aplastantes e incuestionables, dichas por alguien en un momento de lucidez extrema, y que por supuesto tenía a alguien a su lado con la suficiente iniciativa como para apuntarlo en algún sitio y dejarlo grabado para la posteridad. Lo que no sabemos a ciencia cierta es si lo grabó con el nombre de quien realmente tuvo dicha iluminación, o si por el contrario se agenció su autoría con vaya usted a saber qué finalidad.

Y saber de dónde vienen los proverbios resulta harto complicado, más que nada porque seguramente cada uno de ellos venga de un lugar diferente. Pero de la misma manera que sabemos que todos son viejos (los proverbios), también está bastante claro que la mayoría de ellos son chinos. ¿Qué quiere decir esto? Pues que los chinos le dedican mucho tiempo a pensar, o que la ingesta de arroz facilita la iluminación mental, o… que hay demasiados chinos, en la China y fuera de ella… Es más que probable que su rasgo más común, los ojos rasgados, sean producto de un esfuerzo constante para pensar, y no por estreñimiento como se rumorea en algunos círculos.


Lo cierto, bromas aparte, es que su milenaria cultura, es muy culta, valga la redundancia. Demasiado culta y compleja como para que entendamos parte de su filosofía, la cual se nos entrega en pequeños capítulos en forma de proverbios, que a veces nos abren los ojos, pero otras nos dejan peor de lo que estábamos porque no tenemos la lucidez mental suficiente como para entenderlos, porque los chinos son tan cultos como complicados. Emplean todo su tiempo en el trabajo y el cultivo de la mente, pero aún no han perdido la virginidad en lo que se refiere al ocio (el programa Humor Amarillo no cuenta porque, aunque parecía que se reían mucho, estoy seguro de que moría gente…) Sí, claro, hay excepciones como en todo, pero… ¿a cuantos chinos habéis visto en una discoteca, o en la playa tumbado perdiendo el tiempo, o corriendo detrás de un caracol? Sí buscando caracoles sí, pero persiguiéndolos…

Todo esto me da que pensar, que China será, si es que no lo es ya, la gran dominadora del mundo en las próximas décadas. Llevan miles de años preparándose para ello, y sutilmente están invadiendo el mundo. Salen sabe Dios de dónde (posiblemente de algún sótano), con su eterna sonrisa y su expresión de pensar “no entiendo tu idioma”,.. Pero si lo entienden, bastante mejor que nosotros el suyo, que lo único que entendemos del chino es “salsa de cerdo agridulce” y “rollitos de primavera”…

En fin, como dice un viejo proverbio chino: “Si me estás meando, no me digas que está lloviendo…”.



17 de febrero de 2011

El hombre y la cocina.

Como todos sabemos, existen aún lugares en los que el hombre tiene ligeras dificultades para desenvolverse con soltura. Incluso hay algunos hombres que nunca han tenido, ni tendrán, ninguna intención de iniciar aunque sea simples y tímidos escarceos, que le permitan llegar a ser mínimamente útiles en dicho lugar.

Uno de esos lugares es la cocina, hábitat para el cual se necesitan una serie de virtudes de las que la mayoría de los hombres creen carecer, pero que simplemente están escondidas en sabe Dios qué lugar de su anatomía, y se niegan a vivir la aventura de lo desconocido por falta de agallas. Porque eso es lo único que se necesita para adentrarse en esa selva virgen: agallas.

Si usted tiene agallas, úselas y dé un paso al frente (con los pies, no con las agallas…). Pero antes, es recomendable, casi obligatorio diría yo, hacerse un seguro de vida que cubra cualquier tipo de accidentes. No escatime en gastos, porque la cocina es un lugar en el que suelen darse fenómenos paranormales con bastante frecuencia (después, si alguno de sus cuchillos se revela misteriosamente contra usted, no me diga que no le he avisado).

Pero tener un seguro de vida no significa que ya está todo solucionado, y créame es mejor no tener que utilizar dicho seguro. Así que para mayor seguridad, realice también un estudio de previsión de riesgos, analice su cocina (desde fuera si quiere, aunque es inofensiva si sólo mira y no toca…), y tome todas las precauciones que crea necesarias. Y las que crea innecesarias también.

Una de las más importantes, por no decir la más importante, es tener un extintor lo más cerca posible, si es colgado a la espalda mejor que mejor, no se puede hacer una idea de la facilidad con la que surgen pequeños incendios que, si no tiene cerca el extintor, crecerán hasta hacerle usar ese seguro que es mejor no utilizar nunca… La ropa a utilizar no tiene demasiada importancia, pero si es inífuga tendremos un quebradero de cabeza menos. Lo del gorrito y el delantal, queda muy bien en televisión, pero aparte de ser tremendamente incómodo para cocinar, también es incómodo para correr y, no es por asustarle, pero seguro que en alguna ocasión necesitará hacerlo…

Además, es conveniente que en su cocina exista más de un punto de evacuación, al menos deberían ser dos, pero si vive usted por encima de un primer piso, le recomiendo que tenga tres salidas de emergencia, así podrá excluir a la ventana como tal, más que nada, porque es posible que el seguro de vida que contrató, no contemple “saltar por la ventana” como accidente, y lo catalogue como intento de suicidio (o suicidio consumado si es que acierta…) Si su cocina es demasiado pequeña como para ubicar una tercera salida de emergencia no se preocupe, seguramente se ubique donde se ubique siempre tendrá la puerta a menos de metro y medio para usarla de escapatoria.

La cocina está llena de elementos desconocidos para usted, no se preocupe, preséntese debidamente y ya no serán desconocidos. Como por ejemplo la nevera, elemento de almacenamiento para conservar frescos los alimentos, o fríos como prefiera. No representa ningún peligro si no la provoca, pero tras cerrarla no hace falta que busque el interruptor para apagar la luz interior, no me pregunte porqué pero ninguna tiene tal dispositivo de apagado…


El microondas es otro elemento importante en la cocina. Sirve para calentar alimentos, descongelarlos, e incluso cocinarlos, pero no se olvide de cerrarlo antes de accionarlo…, no me pregunte, hágalo como digo y no sufrirá daños. Ah! Y aunque sirva para cocinar algunos alimentos, nunca intente freir patatas con él…

La vitro cerámica, que curiosamente no es de cerámica si no de cristal, por si no lo sabe sustituyeron hace ya bastante tiempo a las cocinas tradicionales que producían llamas, pero estas también queman si tiene la torpeza de apoyarse en ellas o posar cualquier cosa encima de esos círculos que se ponen rojo tomate. Posiblemente sea el elemento más peligroso de la cocina, así que extreme las precauciones cuando esté cerca de ella. Encima de la vitro cerámica suele estar la campana extractora, que no es una campana pero si es extractora, porque su única función es extraer todo aquello que sobra en la cocina, así que muévase y haga algo productivo si no quiere que ésta le extraiga. Fíjese en cuanta potencia le imprime a la campana, si le da demasiada potencia puede usted terminar sentado en la sartén…

En fin, la cocina es un mundo demasiado extenso como para resumirlo todo en un solo capítulo, así que… continuará.

8 de febrero de 2011

Avanzar.

Avanzar es un término cuyo concepto se puede aplicar en diversos contextos. Y aunque en algunos casos, no represente un movimiento de traslación, siempre implica ir hacia delante. Bien sea en una investigación o un estudio, simplemente representando una evolución o progreso, o bien sea para trasladarse de un lugar a otro.

Si lo aplicamos en concreto al hecho de moverse, hay muchas maneras de avanzar. Puede usted hacerlo reptando como una serpiente, saltando como un canguro, rodando como una piedra, ó simplemente dando volteretas como un saltimbanqui, puede hacerlo como le venga en gana, allá usted con lo que hace. Pero como no somos tontos, al menos en apariencia, lo normal es hacerlo andando, como se ha hecho toda la vida.

Todos sabemos cómo se camina. Unos antes y otros más tarde aprendemos a hacerlo sin demasiadas complicaciones. En el intento unos se caen más veces que otros, es inevitable y, como en todo lo que hacemos, el número de lesiones dependerá de la pericia del aprendiz, pero al final, todos aprendemos. Una vez que hemos aprendido, andar nos parece muy fácil y nos damos cuenta de que es la mejor manera de avanzar, o al menos la más saludable.


¿Y cómo lo hacemos?... Aunque lo podríamos resumir rápidamente con una orden típica de cualquier ejército (izquierda derecha izquierda derecha izquierda derecha…), para quienes no hayan pertenecido nunca a dicho colectivo podemos hacer un pequeño y simple análisis. Lo normal es llevar hacia adelante una pierna, la que usted quiera. Bien vale, empezamos por la izquierda, para lo cual deberá usted apoyarse en la derecha. Después echará hacia delante la derecha apoyándose para ello en la izquierda, y volverá a repetir la misma acción una y otra vez hasta que llegue hasta donde quiera llegar… o hasta que se canse. Usted conseguirá de esta manera avanzar siempre que quiera mientras que no cruce las piernas poniéndose la zancadilla. Es así de fácil.

Sin embargo, no todo el mundo conoce este simple concepto, o mejor dicho, no sabe o no quiere aplicarlo, como por ejemplo la política. La izquierda no sabe que para avanzar tiene que apoyarse en la derecha, ni la derecha tampoco intenta apoyarse en la izquierda. Y no sólo eso, sino que además se cruzan continuamente para ponerse la zancadilla y terminar rodando, y como ya hemos deducido, rodar no es la mejor manera de avanzar… al menos no la más rápida. Y usted me dirá: “¿Y el centro?”… El centro… no es tan fuerte como para que nadie se apoye en ello, así que se limita a ir colgando entre la derecha y la izquierda, y oscilando de derecha a izquierda al ritmo que estas le marcan…

Y así no hay quien avance…