4 de agosto de 2009

Se busca Cerebro...



Mi cerebro me quiere abandonar. Así como suena, como si fuera un vulgar desodorante. Quiere irse por el mismo lugar, por el que un día me abandonaron mis pelos. Me asegura que sólo será temporalmente, que volverá cuando el sol no apriete. Pero no me lo creo, me temo que su ausencia temporal se convierta en permanente, a poco que encuentre una cabeza mejor para pensar, lo cual no será difícil, porque no hay cola de paro para los cerebros.


Ni siquiera la promesa que le he hecho, la de usar una gorra para protegerle, ha sido capaz de convencerle. El pobre está asustado, cree que se derretirá por falta de protección solar, y tiene miedo de llenarse de agujeros y convertirse en un queso de Gruyere.

Ha llegado a la conclusión de que, al igual que le sucede al susodicho queso, a más queso más agujeros, y a más agujeros menos queso. Eso trasladado a su caso, supone que, a más cerebro, menos cerebro. Y cree que él ya es lo suficientemente pequeño como para sufrir una reducción.

No le culpo. Debe ser difícil pensar en cosas tan absurdas, como las que yo le hago pensar, sin sufrir apoplejía crónica múltiple.
Me gustaría complacerle y darle unas vacaciones, más que merecidas, pero si cedo, aparte de la posibilidad de no volver a verle, es más que seguro, que otras partes de mi cuerpo también me lo pedirían. Recibiría chantajes emocionales de diferentes partes de mi cuerpo. No de todas, porque estoy seguro de la fidelidad de alguna de ellas.

Pero no estoy seguro de que mi cerebro me sea fiel. No es un cerebro de una sola cabeza, y no lo digo porque sea un súper-cerebro, ni porque sea demasiado grande. Lo sé, aparte de porque me lo ha dicho, porque es un cerebro multifuncional y ambiguo. Y eso le cansa mucho. Suele tener muchas ideas contrapuestas, y tener que buscar un razonamiento a dos ideas completamente contrarias, es demasiado trabajo para un cerebro como el mío. Supone un desgaste demasiado elevado, que también contribuye a su posible apariencia de Gruyere.

Por si acaso, como más vale prevenir, y como no quiero tener que empezar a pensar con el culo, empezaré a buscarle sustituto, pero… ¿Dónde buscar? Ya lo he intentado en las páginas amarillas, pero sólo encuentro cerebros de psicópatas, desequilibrados, y alguno que otro con claros síntomas de intoxicación intelectual confusa. Él se entera de todo, para eso sigue siendo mi cerebro, de hecho, se carcajea cada vez que descubro un posible sustituto que no da la talla ni de lejos.

La solución no es fácil, como tampoco lo será convencerle de que no me abandone. En los tiempos que corren, cada vez es más difícil encontrar un cerebro que cumpla sin condiciones con todo lo que le pedimos. En fin, me resignaré a mi suerte, y rezaré para que vuelva con energías renovadas.

Mientras tanto, como no me queda otra opción, pensaré con el culo, así que no os asustéis si suelto alguna que otra barrabasada…

3 comentarios:

  1. Uff....dificil elecciñon para un cerebro.
    Espero que no charle con el mío y decidan irse juntos.

    ResponderEliminar
  2. Eres genial, Arsy!! Lo que no se te ocurra a ti!!!

    Yo te propongo clonarlo, ¿que tal resultaría?

    Ah! Y no lo agotes haciéndole trabajar sólo para un lado, ya sabes.... fiuuu

    jajajajajajajaja

    ResponderEliminar
  3. Ababoll, seguro que ha sido tu cerebro quien ha convencido al mio para fugarse y dejarnos plantados, más que nada porque las mujeres siempre sois más reivindicativas jajajaa.

    Paloma, tranquila, mi cerebro hasta ahora es bidireccional, cuando vuelva no sé como será, pero algo se me ocurrirá jajajaja

    ResponderEliminar

Uy lo que han dicho...