6 de marzo de 2009

La vida al revés...

Siempre he pensado, que los humanos tenemos la vida muy mal organizada. Cada etapa que atravesamos, tiene establecidas unas ocupaciones para llevar a cabo, con unas directrices que ni siquiera se sabe quien las marcó, y de las que nadie se escapa. Bueno, nadie que lleve una vida de las que consideramos una “vida normal”. Y ahí está el fallo, en lo que consideramos una vida normal, porque… ¿qué es una vida normal?



Las etapas que vamos superando a medida que vamos creciendo, son tan antiguas como la vida misma, y las llevamos a cabo con total dedicación. De hecho, ni siquiera nos planteamos que la vida se pueda organizar de una manera diferente. Supongo que quien planificó nuestra vida, tal y como la conocemos, fue algún individuo de los llamados “trabajadores ejemplares”, porque lo planificó todo de tal manera, que exprimimos nuestro tiempo, primero en estudiar para ser hombres de provecho, y después en eso…, en ser hombres de provecho trabajando humildemente y anhelando que llegue el día de nuestra jubilación, a poder ser anticipada… Pero para lo que entendemos como disfrute, dicho personaje no pensó demasiado, vamos que no perdió mucho tiempo en ello, ni se produjo una hernia cerebral estrujándose los sesos para facilitarnos una vida de relax.

A saber, cuando somos niños, nos obligan a estudiar, cuando lo que de verdad queremos hacer es estar todo el día jugando. Además, en los ratos libres, no tenemos suficiente autonomía, ni motriz, ni económica, para movernos solos. Cuando llegamos a la adolescencia, es aún peor, porque la alteración de hormonas, nos pone en rebeldía ante cualquier obligación impuesta. Tenemos autonomía para movernos, pero aún tenemos limitaciones económicas que nos impiden hacer todo lo que quisiéramos.

Es ahí cuando nos vemos obligados a iniciar lo más rápido posible nuestra vida laboral, para conseguir también la independencia económica, pero…. Enseguida nos damos cuenta de que con ello no conseguimos nuestro objetivo. Las jornadas laborales, son bastante peor llevaderas que las jornadas escolares, y la mayoría de los días, la escasez de tiempo, y el agotamiento, nos impiden hacer lo que queremos. Todo esto se agrava, si además tienes descendencia, ya que se añade otra frustración más, por perderte muchos momentos que te gustaría vivir con tus hijos, y que no puedes vivir, únicamente, por estar viviendo otros momentos con tu jefe, para qué negarlo, bastante más ingratos…

Así que, a medida que quemamos años de vida laboral, nuestras ganas de jubilarnos aumentan en proporción geométrica, vamos, a lo bestia, y cuando ésta llega…, entonces tenemos todo tipo de autonomía, y todo el tiempo del mundo, pero…, nos damos cuenta de que ya no estamos ni para un cortao, ni para un pasodoble, y que para ir de excursión, nos tenemos que resignar al itinerario que nos haya querido programar el Inserso, si es que pillamos una plaza en el autobús…


Sí, ya sé que en la vida hay tiempo para todo, pero creo que nuestra vida sería mucho más llevadera y mucho más placentera, si la organizáramos de esta otra manera:

Nuestra vida laboral, podría empezar cuando cumpliéramos 65 años. Como tendríamos un sueldo, no cobraríamos la Jubilación. Dicha jubilación la habríamos cobrado durante nuestros primeros veinticinco años de vida. Lo emplearíamos en ahorrar todo lo posible, y emplearíamos nuestro tiempo en dedicarnos a jugar, a divertimos, y a estudiar un poco, pero tampoco demasiado. Durante esta etapa, nuestros abuelos nos mantendrían y pagarían los estudios, ya que ellos estarían trabajando. A los veinticinco podríamos entrar en período de jubilación y vagancia extrema, podríamos hacer lo que nos viniera en gana, ya que dispondríamos de tiempo y dinero suficiente para movernos a nuestro antojo al menos durante unos 25 años… Una vez cumplidos los 50, podríamos casarnos, formar una familia y vivir del sueldo de nuestros padres, que por fin estarían en edad de trabajar. Cuando lleguemos a los 65, nos tocará empezar a trabajar para mantener a nuestros nietos, que se estarían pegando la vida padre, o mejor dicho, la vida abuela. Los que consigan llegar a los 90 años, que ya es una buena edad para sentirse realizado, habrán disfrutado de la vida durante 65, y tan sólo habrán trabajado 25, por supuesto a un ritmo tan bajo y lento como su desgastado cuerpo se lo permita…

Posiblemente, a muchos, no les importaría morir antes de iniciar su vida laboral, pero entonces… ¿De qué iban a vivir nuestros hijos y nietos? Por favor, pensemos en ellos, e intentemos vivir al menos hasta los 120 años… Lo de ser inmortales, lo dejaremos para los currantes de verdad…



2 comentarios:

  1. Hola Elvis:
    Gratamente dispongo del tiempo hasta ahora carecido por razones personales para ojear tu Blog que reitero no tiene desperdicio alguno. Eres único ironizando las situaciones del día a día y comparto contigo al 100% cada una de éstas. Sigue en esta línea, es un lujo para quienes tenemos el placer de leerte.

    ResponderEliminar
  2. jajajjajajajajaja... Y todo eso se te ha ocurrido a ti solito?? Oh, cielos! Tienes una mente calenturienta... glub... :D

    ResponderEliminar

Uy lo que han dicho...